lunes, 5 de noviembre de 2012

DIANA LIZETH DE LA CRUZ MARTINEZ
DIVERSIDAD CULTURAL DE MEXICO

Cuando los españoles conquistaron y colonizaron la Nueva España impusieron su propia religión y cultura despreciando la civilización de los pueblos indígenas conquistados. Durante tres siglos los españoles lograron someter a los indios a su propio sistema jurídico. Pero desde la independencia a principios del siglo XIX, los indígenas de nuevo tienen el derecho de recuperar por lo menos una parte de sus tradiciones culturales. En teoría, ellos tienen los mismos derechos que los criollos que son descendientes de los españoles y los mestizos. Ahora, todos ellos forman una nación y son mexicanos. En muchos campos de la vida cotidiana se combinan las tradiciones americanas con las europeas. En el campo de la gastronomía la influencia indígena está muy marcada y a veces incluso decisiva. En otras áreas los indígenas conservan gran parte de su autonomía. Eso lo podemos observar en el caso de la vestimenta, la música y la literatura, las artes plásticas y la artesanía. Pero hay campos donde los indígenas tienen que someterse a las tradiciones españolas. Eso es evidente con respecto a la religión, los sistemas jurídicos y la estructura política de México.

En el catolicismo podemos encontrar algunos vestigios de religiones prehispánicas, pero los dioses de aztecas, mayas y otros pueblos se murieron hace siglos. La vida de México se integra en la tradición occidental, porque aquí tenemos una república parlamentaria. El sistema jurídico es heredado de España, pero las comunidades indígenas conservan sus propias tradiciones de derecho. Ahora el problema es hacer compatibles varios sistemas jurídicos diferentes.

Humberto Ortega, investigador especializado en ciencias sociales y humanidades de la Universidad de Guadalajara, examina de manera minuciosa esta cuestión en su libro más reciente "Hacia una nación pluricultural. Un estudio de vinculación socio-jurídica para preservar a futuro la riqueza y diversidad cultural de México profundo." Se trata de una investigación amplia de 400 páginas publicada en 2011 por Editorial Académica Española que tiene su sede en Saarbrücken, Alemania. Ortega es doctor en derecho y le interesan especialmente las culturas indígenas. Hace poco, el miércoles 7 de marzo, reseñamos en esta columna su libro "El chino y el maya: estudio de relación y creación", (2008).

En la introducción a su libro señala el autor que "México como nación pluricultural y multiétnica necesita de un cuerpo de ideas y criterios jurídicos que hagan posible articular, conciliar e instrumentar la lógica de un sistema federal como el mexicano y los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas que habitan el país". En el prólogo a la obra nos dice el poeta y estudioso de culturas indígenas Raúl Aceves que "a doscientos años de la consumación de la Independencia, México todavía no ha logrado desembarazarse totalmente del colonialismo que impone un solo modelo de nación... y no ha logrado hallar la fórmula de la Unidad en la Diversidad de un modelo cultural que logre integrar armónica y respetuosamente a las diversas culturas que integran la nación".

Basándose en la sociología jurídica examina Ortega en forma detallada los diferentes caminos que podrían conducir a esta Unidad en la Diversidad en el campo jurídico. No queremos entrar en pormenores porque se trata de un libro para lectores familiarizados con cuestiones jurídicas. Como el autor está buscando una solución que desemboca en una reforma jurídica e incluso constitucional, investiga desde una perspectiva muy amplia, casi exhaustiva la vinculación socio-jurídica con la diversidad cultural de México. Sus herramientas de investigación son las de un abogado, pero toman en cuenta también los enfoques antropológicos. Lo atractivo del libro es sobre todo su perspectiva interdisciplinaria que invita a abogados e investigadores de las humanidades a dialogar. Su espíritu inquisitivo no le permite nunca a Ortega abandonar el camino de una investigación rigurosa.

En este espacio no queremos ofrecer una descripción sistemática del desarrollo de la investigación del autor, sino solo dar algunos ejemplos de su forma de trabajar. En el capítulo III encontramos una valoración crítica de la pluriculturalidad a nivel constitucional, en el IV en la escala reglamentaria federal. En el capítulo V describe Ortega semejanzas y diferencias de los campos legislados por México y dos otros países americanos que son Venezuela y Canadá lo cual le permite salirse del mero ámbito nacional. Para un lector interesado en la cultura de occidente de México es de gran interés el capitulo VIII que es también el último, donde se habla de los sistemas jurídicos de los huicholes en el norte de Jalisco y en Nayarit y de los nahuas en el sur de Jalisco.

La investigación de Ortega nos hace ver caminos que podrían llevar a un México pluricultural. En las conclusiones de su libro habla de "avenidas promisorias para visualizar algún día, un escenario de pluriculturalismo jurídico enriquecedor operando y rigiendo en México de manera armoniosa." El libro de cierta manera es una utopía o mejor dicho una propuesta de trabajo. Llevar sus ideas a la práctica y encontrar una verdadera solución es la tarea de los políticos. Nos parece que esta obra es un paso decisivo en el tránsito de una etapa de hegemonía jurídica monocultural hacia un periodo de pluralismo jurídico multicultural. Lo más admirable de esta investigación es su enfoque interdisciplinario que combina los métodos de la sociología jurídica con los de la antropología. Gracias a este enfoque novedoso, el libro es de gran importancia para especialistas en derecho y estudiosos de las culturas indígenas.
LOS PUEBLOS INDIGENAS DE VERACRUZ

stá emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangueana, cuyos antepasados han ocupado la Altiplanicie Mexicana desde varios milenios antes de la era cristiana. Actualmente, los otomíes habitan un territorio fragmentado que va del norte de Guanajuato al sureste de Tlaxcala. Sin embargo, las mayor parte de ellos se concentra en los estados de Hidalgo, México y Querétaro. De acuerdo con las estadísticas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, la población étnica otomí sumaba 646.875 personas en la República Mexicana en el año 2000, lo que les convierte en el quinto pueblo indígena más numeroso del país. De ellos, sólo un poco más de la mitad hablaban el otomí. Al respecto, cabe decir que la lengua otomí presenta un alto grado de diversificación interna, de modo que los hablantes de una variedad suelen tener dificultades para comprender a quienes no hablan otro dialecto. De ahí que los nombres con los que los otomíes se llaman a sí mismos son numerosos: ñätho (valle de Toluca), hñähñu (valle del Mezquital), ñäñho (Santiago Mezquititlán en el Sur de Querétaro) y ñ'yühü (Sierra Norte de Puebla) son algunos de los gentilicios que los otomíes emplean para llamarse a sí mismos en sus propias lenguas, aunque es frecuente que cuando hablan en español empleen el etnónimo otomí, de origen náhuatl.  


En el universo de los teenek (o huastecos), un grupo indígena ubicado en la Huasteca, al norte del estado de Veracruz en México, “los Otros” constituyen varios grupos sociales y étnicos. Sin embargo, el grupo social con el cual los teenek están en constante relación es, sobre todo el de los mestizos, quienes representan la otredad cultural más cercana y presente.
¿Cómo y dónde ubican los teenek al personaje del mestizo quien, aún en nuestros días, representa toda la historia de la conquista y la relación colonial? Algunos grupos indígenas expuestos a esta misma problemática ubican definitivamente al blanco o al mestizo dominante en el universo del espacio salvaje, no socializado, asimilándolo, si no a la imagen del diablo, al menos al de un espíritu maléfico y patógeno. Así, según esta perspectiva, el blanco es inculto debido a su frialdad (no tiene, supuestamente, muchos niños); no posee valores morales; los seres del inframundo se le parecen, ligados como están a la enfermedad, a las almas de los muertos y al más allá. Según la percepción teenek, los mestizos o ejek tienen la sangre más fría que la de losteenek porque beben leche y comen carne mientras que los teenek sólo comen tortillas con chiles y sal, platos estos considerados calientes y aborrecidos por losBaatsik’, seres sobrenaturales del universo teenek. Sin embargo, aun si los seres del inframundo teenek se deleitan con platos fríos e insípidos, no parecen adherirse a esa homología con la imagen del blanco, ya que están provistos de pertenencia étnica: sólo entienden el teenek y son definitivamente los antepasados del grupo.

  



Nahuas 

Los nahuas son un grupo de pueblos nativos de Mesoamérica cuyos ancestros fueron los mexicas (también llamados aztecas) y otros pueblos antiguos de Anáhuac que tenían en común la lengua náhuatl. Actualmente el término mexicano es su autodenominación y mexicanero (en el estado de Durango). Su nexo principal era su lengua, el náhuatl o nahuat, además de grandes similitudes en su religión y cosmovisión. Son nahuas los pueblos prehispánicos de Texcoco, Tlaxcala, Chalco, Cholula, Acolhuacán y los aztecas entre otros, destacan estos últimos por la fundación de Tenochtitlán y su influencia sobre los otros pueblos de la región y con los estados de Morelos, Michoacán e Hidalgo. En el momento de la Conquista de América por parte de la corona española, los nahuas se habían expandido a la América Central y contaban con importantes asentamientos en la vertiente del Pacífico de Nicaragua. Además, había comunidades nahuas en la boca del río San Juan, así como en la región de Bagaces (Costa Rica) y en la cuenca del Sixaola, en al región fronteriza entre Costa Rica y Panamá. Los nahuas eran nombrados diferente según la región donde habitaban: en México se llamaron Aztecas; en Guatemala, Cachiqueles; en El Salvador, Pipiles; en Nicaragua, Niquiranos o Chorotegas y en Costa Rica, Guatusos. 
CULTURAS DE MI COMUNIDAD
LAS CULTURAS DE MI COMUNIDAD SON TODAS AQUELLAS FESTIVIDADES POR EJEMPLO:
Día de la Candelaria
El Día de la Virgen de la Candelaria es una celebración enmarcada por la preparación de atole y tamales. También se tiene como tradición vestir al “niño dios” que se colocó en el Belén o Nacimiento durante la Navidad para llevarlo a bendecir a las iglesias. Uno de los lugares con más arraigo a esta celebración es el pueblo veracruzano de Tlacotalpan.
Aniversario de la Independencia de México
Es una de las fiestas más esperadas en el año. Se realiza los días 15 y 16 de septiembre. La noche del 15 de septiembre, el presidente de la república emula desde Palacio Nacional el “Grito de Dolores”, nombre con el que se le conoce al llamado que hizo desde la parroquia de Dolores el cura Miguel Hidalgo llamando a la rebelión que marco el inicio del movimiento independentista. Al día siguiente se lleva a cabo un desfile militar por las principales calles del Centro Histórico de Ciudad de México.

Carnaval Internacional 
Carnavales de Veracruz 
Los veracruzanos tienen fama de llevar la música por dentro. Su carnaval es conocido como “el más alegre del mundo”, aquí te contagiarás del buen humor y del ambiente porteño amenizado con marimbas que te harán bailar toda la noche. Se realiza los nueve días previos al miércoles de ceniza.
El gran carnaval de Mazatlán sobrepasa un siglo de historia. Actualmente es uno de los más atractivos y concurridos del país. A ritmo de “tambora” los sinaloenses invitan a bailar a todo aquel que llega a la costa mazatleca en estas fechas. Se lleva a cabo 5 días antes del miércoles de ceniza.
Semana Santa
La Semana Santa en México es una buena oportunidad para los que gustan del turismo religioso . En ciudades coloniales como Querétaro, Oaxaca, Taxco y San Luís Potosí, se pueden presenciar ceremonias muy particulares que muestran rasgos de la herencia cultural española. Tal es el caso del Viacrucis y la Procesión del Silencio en la que se utilizan imágenes de arte sacro de gran valor histórico. La Semana Santa se celebra a finales de marzo y principios de abril.
Día de Muertos
Es una de las tradiciones más reconocidas de México en el mundo por el carácter festivo del mexicano ante la muerte. Se celebra a lo largo y ancho del país con manifestaciones culturales que varían en cada región. Entre los lugares preferidos para presenciar esta festividad se encuentran los pueblos de Pátzcuaro y Janitzio en Michoacán así como Xochimilco, el pueblo de Mixquic en el Distrito Federal. El Día de Muertos se celebra el 1 y 2 de noviembre.
Posadas
Las posadas son una de las tradiciones mexicanas más populares. Son fiestas llenas de cantos y juegos donde se destacan las tradicionales piñatas. Se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, siendo la víspera de la Navidad, el marco que culmina con la temporada defestividades decembrinas.
BUENO LA RELIGION QUE ME LLAMA LA ATENCION ES LA CATOLICA POR QUE NOS DA A ENTENDER LA PALABRA DE DIOS Y TAMBIEN ES BONITO POR EL CORO QUE DA MAS ALEGRIA CON SUS CANTOS.

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