lunes, 5 de noviembre de 2012

DIANA LIZETH DE LA CRUZ MARTINEZ
DIVERSIDAD CULTURAL DE MEXICO

Cuando los españoles conquistaron y colonizaron la Nueva España impusieron su propia religión y cultura despreciando la civilización de los pueblos indígenas conquistados. Durante tres siglos los españoles lograron someter a los indios a su propio sistema jurídico. Pero desde la independencia a principios del siglo XIX, los indígenas de nuevo tienen el derecho de recuperar por lo menos una parte de sus tradiciones culturales. En teoría, ellos tienen los mismos derechos que los criollos que son descendientes de los españoles y los mestizos. Ahora, todos ellos forman una nación y son mexicanos. En muchos campos de la vida cotidiana se combinan las tradiciones americanas con las europeas. En el campo de la gastronomía la influencia indígena está muy marcada y a veces incluso decisiva. En otras áreas los indígenas conservan gran parte de su autonomía. Eso lo podemos observar en el caso de la vestimenta, la música y la literatura, las artes plásticas y la artesanía. Pero hay campos donde los indígenas tienen que someterse a las tradiciones españolas. Eso es evidente con respecto a la religión, los sistemas jurídicos y la estructura política de México.

En el catolicismo podemos encontrar algunos vestigios de religiones prehispánicas, pero los dioses de aztecas, mayas y otros pueblos se murieron hace siglos. La vida de México se integra en la tradición occidental, porque aquí tenemos una república parlamentaria. El sistema jurídico es heredado de España, pero las comunidades indígenas conservan sus propias tradiciones de derecho. Ahora el problema es hacer compatibles varios sistemas jurídicos diferentes.

Humberto Ortega, investigador especializado en ciencias sociales y humanidades de la Universidad de Guadalajara, examina de manera minuciosa esta cuestión en su libro más reciente "Hacia una nación pluricultural. Un estudio de vinculación socio-jurídica para preservar a futuro la riqueza y diversidad cultural de México profundo." Se trata de una investigación amplia de 400 páginas publicada en 2011 por Editorial Académica Española que tiene su sede en Saarbrücken, Alemania. Ortega es doctor en derecho y le interesan especialmente las culturas indígenas. Hace poco, el miércoles 7 de marzo, reseñamos en esta columna su libro "El chino y el maya: estudio de relación y creación", (2008).

En la introducción a su libro señala el autor que "México como nación pluricultural y multiétnica necesita de un cuerpo de ideas y criterios jurídicos que hagan posible articular, conciliar e instrumentar la lógica de un sistema federal como el mexicano y los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas que habitan el país". En el prólogo a la obra nos dice el poeta y estudioso de culturas indígenas Raúl Aceves que "a doscientos años de la consumación de la Independencia, México todavía no ha logrado desembarazarse totalmente del colonialismo que impone un solo modelo de nación... y no ha logrado hallar la fórmula de la Unidad en la Diversidad de un modelo cultural que logre integrar armónica y respetuosamente a las diversas culturas que integran la nación".

Basándose en la sociología jurídica examina Ortega en forma detallada los diferentes caminos que podrían conducir a esta Unidad en la Diversidad en el campo jurídico. No queremos entrar en pormenores porque se trata de un libro para lectores familiarizados con cuestiones jurídicas. Como el autor está buscando una solución que desemboca en una reforma jurídica e incluso constitucional, investiga desde una perspectiva muy amplia, casi exhaustiva la vinculación socio-jurídica con la diversidad cultural de México. Sus herramientas de investigación son las de un abogado, pero toman en cuenta también los enfoques antropológicos. Lo atractivo del libro es sobre todo su perspectiva interdisciplinaria que invita a abogados e investigadores de las humanidades a dialogar. Su espíritu inquisitivo no le permite nunca a Ortega abandonar el camino de una investigación rigurosa.

En este espacio no queremos ofrecer una descripción sistemática del desarrollo de la investigación del autor, sino solo dar algunos ejemplos de su forma de trabajar. En el capítulo III encontramos una valoración crítica de la pluriculturalidad a nivel constitucional, en el IV en la escala reglamentaria federal. En el capítulo V describe Ortega semejanzas y diferencias de los campos legislados por México y dos otros países americanos que son Venezuela y Canadá lo cual le permite salirse del mero ámbito nacional. Para un lector interesado en la cultura de occidente de México es de gran interés el capitulo VIII que es también el último, donde se habla de los sistemas jurídicos de los huicholes en el norte de Jalisco y en Nayarit y de los nahuas en el sur de Jalisco.

La investigación de Ortega nos hace ver caminos que podrían llevar a un México pluricultural. En las conclusiones de su libro habla de "avenidas promisorias para visualizar algún día, un escenario de pluriculturalismo jurídico enriquecedor operando y rigiendo en México de manera armoniosa." El libro de cierta manera es una utopía o mejor dicho una propuesta de trabajo. Llevar sus ideas a la práctica y encontrar una verdadera solución es la tarea de los políticos. Nos parece que esta obra es un paso decisivo en el tránsito de una etapa de hegemonía jurídica monocultural hacia un periodo de pluralismo jurídico multicultural. Lo más admirable de esta investigación es su enfoque interdisciplinario que combina los métodos de la sociología jurídica con los de la antropología. Gracias a este enfoque novedoso, el libro es de gran importancia para especialistas en derecho y estudiosos de las culturas indígenas.
LOS PUEBLOS INDIGENAS DE VERACRUZ

stá emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangueana, cuyos antepasados han ocupado la Altiplanicie Mexicana desde varios milenios antes de la era cristiana. Actualmente, los otomíes habitan un territorio fragmentado que va del norte de Guanajuato al sureste de Tlaxcala. Sin embargo, las mayor parte de ellos se concentra en los estados de Hidalgo, México y Querétaro. De acuerdo con las estadísticas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, la población étnica otomí sumaba 646.875 personas en la República Mexicana en el año 2000, lo que les convierte en el quinto pueblo indígena más numeroso del país. De ellos, sólo un poco más de la mitad hablaban el otomí. Al respecto, cabe decir que la lengua otomí presenta un alto grado de diversificación interna, de modo que los hablantes de una variedad suelen tener dificultades para comprender a quienes no hablan otro dialecto. De ahí que los nombres con los que los otomíes se llaman a sí mismos son numerosos: ñätho (valle de Toluca), hñähñu (valle del Mezquital), ñäñho (Santiago Mezquititlán en el Sur de Querétaro) y ñ'yühü (Sierra Norte de Puebla) son algunos de los gentilicios que los otomíes emplean para llamarse a sí mismos en sus propias lenguas, aunque es frecuente que cuando hablan en español empleen el etnónimo otomí, de origen náhuatl.  


En el universo de los teenek (o huastecos), un grupo indígena ubicado en la Huasteca, al norte del estado de Veracruz en México, “los Otros” constituyen varios grupos sociales y étnicos. Sin embargo, el grupo social con el cual los teenek están en constante relación es, sobre todo el de los mestizos, quienes representan la otredad cultural más cercana y presente.
¿Cómo y dónde ubican los teenek al personaje del mestizo quien, aún en nuestros días, representa toda la historia de la conquista y la relación colonial? Algunos grupos indígenas expuestos a esta misma problemática ubican definitivamente al blanco o al mestizo dominante en el universo del espacio salvaje, no socializado, asimilándolo, si no a la imagen del diablo, al menos al de un espíritu maléfico y patógeno. Así, según esta perspectiva, el blanco es inculto debido a su frialdad (no tiene, supuestamente, muchos niños); no posee valores morales; los seres del inframundo se le parecen, ligados como están a la enfermedad, a las almas de los muertos y al más allá. Según la percepción teenek, los mestizos o ejek tienen la sangre más fría que la de losteenek porque beben leche y comen carne mientras que los teenek sólo comen tortillas con chiles y sal, platos estos considerados calientes y aborrecidos por losBaatsik’, seres sobrenaturales del universo teenek. Sin embargo, aun si los seres del inframundo teenek se deleitan con platos fríos e insípidos, no parecen adherirse a esa homología con la imagen del blanco, ya que están provistos de pertenencia étnica: sólo entienden el teenek y son definitivamente los antepasados del grupo.

  



Nahuas 

Los nahuas son un grupo de pueblos nativos de Mesoamérica cuyos ancestros fueron los mexicas (también llamados aztecas) y otros pueblos antiguos de Anáhuac que tenían en común la lengua náhuatl. Actualmente el término mexicano es su autodenominación y mexicanero (en el estado de Durango). Su nexo principal era su lengua, el náhuatl o nahuat, además de grandes similitudes en su religión y cosmovisión. Son nahuas los pueblos prehispánicos de Texcoco, Tlaxcala, Chalco, Cholula, Acolhuacán y los aztecas entre otros, destacan estos últimos por la fundación de Tenochtitlán y su influencia sobre los otros pueblos de la región y con los estados de Morelos, Michoacán e Hidalgo. En el momento de la Conquista de América por parte de la corona española, los nahuas se habían expandido a la América Central y contaban con importantes asentamientos en la vertiente del Pacífico de Nicaragua. Además, había comunidades nahuas en la boca del río San Juan, así como en la región de Bagaces (Costa Rica) y en la cuenca del Sixaola, en al región fronteriza entre Costa Rica y Panamá. Los nahuas eran nombrados diferente según la región donde habitaban: en México se llamaron Aztecas; en Guatemala, Cachiqueles; en El Salvador, Pipiles; en Nicaragua, Niquiranos o Chorotegas y en Costa Rica, Guatusos. 
CULTURAS DE MI COMUNIDAD
LAS CULTURAS DE MI COMUNIDAD SON TODAS AQUELLAS FESTIVIDADES POR EJEMPLO:
Día de la Candelaria
El Día de la Virgen de la Candelaria es una celebración enmarcada por la preparación de atole y tamales. También se tiene como tradición vestir al “niño dios” que se colocó en el Belén o Nacimiento durante la Navidad para llevarlo a bendecir a las iglesias. Uno de los lugares con más arraigo a esta celebración es el pueblo veracruzano de Tlacotalpan.
Aniversario de la Independencia de México
Es una de las fiestas más esperadas en el año. Se realiza los días 15 y 16 de septiembre. La noche del 15 de septiembre, el presidente de la república emula desde Palacio Nacional el “Grito de Dolores”, nombre con el que se le conoce al llamado que hizo desde la parroquia de Dolores el cura Miguel Hidalgo llamando a la rebelión que marco el inicio del movimiento independentista. Al día siguiente se lleva a cabo un desfile militar por las principales calles del Centro Histórico de Ciudad de México.

Carnaval Internacional 
Carnavales de Veracruz 
Los veracruzanos tienen fama de llevar la música por dentro. Su carnaval es conocido como “el más alegre del mundo”, aquí te contagiarás del buen humor y del ambiente porteño amenizado con marimbas que te harán bailar toda la noche. Se realiza los nueve días previos al miércoles de ceniza.
El gran carnaval de Mazatlán sobrepasa un siglo de historia. Actualmente es uno de los más atractivos y concurridos del país. A ritmo de “tambora” los sinaloenses invitan a bailar a todo aquel que llega a la costa mazatleca en estas fechas. Se lleva a cabo 5 días antes del miércoles de ceniza.
Semana Santa
La Semana Santa en México es una buena oportunidad para los que gustan del turismo religioso . En ciudades coloniales como Querétaro, Oaxaca, Taxco y San Luís Potosí, se pueden presenciar ceremonias muy particulares que muestran rasgos de la herencia cultural española. Tal es el caso del Viacrucis y la Procesión del Silencio en la que se utilizan imágenes de arte sacro de gran valor histórico. La Semana Santa se celebra a finales de marzo y principios de abril.
Día de Muertos
Es una de las tradiciones más reconocidas de México en el mundo por el carácter festivo del mexicano ante la muerte. Se celebra a lo largo y ancho del país con manifestaciones culturales que varían en cada región. Entre los lugares preferidos para presenciar esta festividad se encuentran los pueblos de Pátzcuaro y Janitzio en Michoacán así como Xochimilco, el pueblo de Mixquic en el Distrito Federal. El Día de Muertos se celebra el 1 y 2 de noviembre.
Posadas
Las posadas son una de las tradiciones mexicanas más populares. Son fiestas llenas de cantos y juegos donde se destacan las tradicionales piñatas. Se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, siendo la víspera de la Navidad, el marco que culmina con la temporada defestividades decembrinas.
BUENO LA RELIGION QUE ME LLAMA LA ATENCION ES LA CATOLICA POR QUE NOS DA A ENTENDER LA PALABRA DE DIOS Y TAMBIEN ES BONITO POR EL CORO QUE DA MAS ALEGRIA CON SUS CANTOS.

JIMENA OSORIO PEREZ
DIVERSIDAD CULTURAL DE MEXICO

La principal consecuencia de la Conquista de México consumada por los españoles en 1521 fue el mestizaje. Esta mezcla se dio en muy diversos aspectos: desde el más evidente del mestizaje racial, hasta muchas variantes del que podríamos llamar mestizaje cultural, de manera particular el que se refiere a las cocinas. En esta materia alimenticia no hubo conquista sino unión, matrimonio, suma y multiplicación.

Por su parte, el territorio que hoy conocemos como México cobijaba a muy diversos grupos indígenas perfectamente diferenciados entre sí, no sólo por sus variados elementos culturales, como son el atuendo tradicional, la vivienda, las costumbres religiosas o la cocina, sino por algo más tajante y evidente: el idioma.
Cabe recordar que, a finales del siglo xx, nuestro país sigue siendo uno de los principales del planeta por lo que se refiere a su diversidad cultural indígena. Cuando una cultura se empieza a perder o diluir, lo primero que comienza a desaparecer es la lengua propia; por ello, la permanencia del idioma autóctono es el mejor indicador de la sobrevivencia cultural de un pueblo, con sus rasgos originales. Pues bien: a dos años del cambio del milenio, la India es el principal país del mundo por cuanto al número de sus idiomas indígenas vivos, con la cifra de 72 (sin considerar las variantes dielectales). México está en segundo lugar en el orbe con 62 idiomas, en pleno 1998. Para sopesar la importancia de esa posición nuestra, conviene anotar que China tiene el tercer lugar con 48 lenguas y la que fue la Unión Soviética tenía el cuarto lugar con 35. Todas estas cifras no son meras disertaciones lingüísticas; reflejan algo más trascendente, como es la supervivencia pasmosa de cultura ancestrales; en el caso mexicano, la mayoría de las culturas indígenas son de muchos siglos de antigüedad, algunas hasta de milenios.
Lo anterior quiere decir que México es una potencia mundial en materia de culturas populares y una de las manifestaciones más importantes de la cultura es la cocina de los pueblos.
Nuestra diversidad cultural, pluriétnica, no podría ser un fenómeno repentino: es el desenlace actual de nuestra historia antigua. Aunque no es posible precisar alguna cifra de manera corroborada, se puede afirmar que en aquellos años de la conquista de Tenochtitlan , de seguro había en México más de cien grupos étnicos diferenciados; naciones indias, les llamban entonces. Cada etnia tenía sus propias costumbres gastronómicas, si bien con algunos patrones o troncos comunes que eran —y siguen siendo— el maíz , frijol y el chile.
El mestizaje gastronómico se inicia en 1521 con la caída de la ciudad de México a manos de los españoles y va desarrollándose después a lo largo de tres siglos, a la par que avanzan las fuerzas militares y religiosas de los conquistadores hacia el sur, el occidente y el norte de esta metrópoli. Hay que recordar que, ya entrado el siglo XVIII, apenas se lograba la conquista, allá por lo rumbos de Sonora y las Californias.
LOS PUEBLOS INDIGENAS DE VERACRUZ


Vivienda
Para la construcción de su vivienda, los nahuas piden la ayuda de familiares y parientes. Si no cuentan con este tipo de trabajo, llamado "mano vuelta", contratan peones. La comida del mediodía es obligación del dueño de la casa. Las casas son de madera, otates, hojas de palma real, zacate y hoja de caña que se encuentran en la zona, y se compran tejas y láminas para los techos a vendedores foráneos.
Las casas son de forma rectangular, divididas en cuadros; algunas tienen un tapanco de tabla u otate para guardar enseres domésticos y parte de la cosecha. Alrededor de la casa se lenvanta una cerca de tiras de otate, recubiertas de bajareque (barro revuelto con zacate colorado) y se colocan ventanas pequeñas y puertas de madera.
Cuando la casa está terminada, se hace una ceremonia en sábado o domingo, o de martes a jueves, porque el viernes es día de brujos y el lunes es día de las ánimas. Los nuevos dueños consiguen un curandero y ponen ofrenda, que se compone de flores, ceras, velas, pan, huevos, dos gallinas y un gallo, aguardiente, tortillas, café, caldo blanco con pechuga y refrescos. El dueño busca a dos mujeres para que ayuden a la señora a hacer la comida, y a dos señores para que ayuden al curandero.
El curandero realiza un ritual en el techo de la casa y dentro de la habitación, donde nueve cruces de madera "comerán" la ofrenda; después, el curandero invita a los presentes a "levantar" (comer) la ofrenda. El curandero hace una cruz de pétalos de cempoal y pone ofrenda en cada horcón. En cada esquina echa ajosmecatl y ajo. En el techo de la casa pone de ofrenda el tamal de gallo, prende una cera durante un rato, arroja aguardiente y reza; después destapa el tamal y lo ofrece. Al terminar los rezos, levanta el tamal y baja del techo.
Indumentaria
El traje tradicional femenino de gala, consta de quechquémitl, blusa y enagua. El quechquémitl y la enagua se tejen con hilaza blanca de telar de cintura, y se bordan en las orillas con estambres en punto de gobelino, con figuras geométricas, zoomorfas, antropomorfas y vegetales. La boca del quechquémitl se remata con bordados de punto de ojal compuesto, y los lienzos se unen con punto de randa en estambres de colores. La blusa es de bata ceñida en la parte alta del busto, hombros y espalda y hasta abajo de la cintura se despliegan faldones plisados a partir de la bata. Toda la blusa lleva amplios y coloridos bordados de punto de cruz.
El traje de uso diario consta de enaguas de colores brillantes, verde o azul, adornadas en la bastilla con dos o tres tiras de encaje blanco y/o listones de colores, blusa blanca de manta con bordados en punto de cruz, delantal sobre las enaguas y un lienzo rectangular de color negro amarrado sobre la cabeza, y con un nudo en la nuca que deja una punta que cae sobre la espalda.
Las camisas de los hombres llevan bordados de diferentes figuras y colores, distintivos que los identifican con su comunidad.
Artesanías
Los nahuas del norte de Veracruz elaboran productos artesanales de alfarería, carpintería, cestería, textiles tejidos y bordados. Las mujeres elaboran textiles y cerámica. En telar de cintura hacen bordados en punto de cruz, tejen lienzos para mamali, que son un tipo de rebozo de hilaza blanca con bordados de chizo en uno de los extremos, sobre el lienzo terminado se bordan con punto de gobelino figuras geométricas y florales; además, tejen fajas o ceñidores de un solo color o en franjas.
Elaboran objetos de alfarería para uso doméstico y objetos de uso ritual: candeleros, copaleros y juguetes, utilizando arena de las riberas de los ríos, arcillas y rocas calcáreas. Las piezas de uso ritual las recubren con tierra blanca y roja. Dejan las piezas en la sombra para que se sequen a la temperatura ambiente, enseguida las cuecen al aire libre y después las cubren con madera de jonote, otate y ortiga. La mejor temporada para la alfarería es en vísperas de Todos Santos.
Territorio, ecología y reproducción social
La Huasteca veracruzana está inmersa en las provincias fisiográficas de la Llanura Costera del Golfo, que abarca desde el río Bravo hasta la zona de Nautla en Veracruz y la de la Sierra Madre Oriental. En la Llanura Costera del Golfo se encuentra la subprovincia de las "Llanuras y Lomerios", que se extiende desde Tampico, Tamaulipas, hasta Misantía, a la que corresponden parte de los municipios de Chicontepec y Platón Sánchez. La subprovincia del "Corzo Huasteco" pertenece a la provincia de la Sierra Madre Oriental e incluye los municipios de Benito Juárez, Chalma, Chiconamel, Texcatepec, Tlachichilco, Zontecomatlán y parte de los municipios de Chicontepec, Ixhuatlán de Madero, Huayacocotla, Platón Sánchez, Tempoal y Temapache.
Los climas de estas subprovincias son cálidos-húmedos con lluvias todo el año y cálidos-subhúmedos con lluvias en verano. La precipitación pluvial media anual oscila entre los 1 200 y 1 500 mm. En esta región se registra una temperatura media anual que va de los 220C a los 270C.
Debido al rezago agrario en la demarcación de linderos y la insuficiencia de tierra fértil, la tenencia de la tierra es uno de sus principales problemas que crea conflictos entre poblaciones indígenas y mestizas. La propiedad social de ejidos y comunidades registrada es de 251 486 ha. De esta superficie, el 54.52% está destinada a labores agrícolas. Temapache tiene 47 225 ha, Ixhuatlán 27 038 y Chicontepec 20 814. Chicontepec es el municipio con mayor población indígena y tiene la menor superficie agrícola de propiedad social. Temapache tiene la mayor superficie y el menor número registrado de indígenas.
La siembra de maíz en la temporada de lluvias se llama xopaillli y en secas tonamilli. El día de la siembra, la familia realiza un ritual en el campo, reza y habla con el maíz, y coloca una rica ofrenda ante el altar. Un mes y medio después realizan la primera limpia de malezas. A los seis meses levantan la cosecha y la almacenan en la casa. La cosecha debe ser en temporada de luna llena para que el maíz no se pique. Rocían calidra entre las hileras (camas) para evitar que se lo coman los insectos.
La migración es una de las consecuencias de las precarias condiciones económicas en las que viven las comunidades indígenas. Recientemente se ha dado inmigración a la zona nahua del norte del estado en un área que abarca desde Tuxpan hasta Tempoal por la llanura costera y Huayacocotla, Benito Juárez, Ixhuatlán de Madero, Llamatlán y Chicontepec en la zona serrana, pues intermitentemente llegan campesinos de los estados de Hidalgo y Tamaulipas.
A partir de 1978 se inició un movimiento migratorio que culminó en 1981. Esta migración la originó la explotación de un yacimiento petrolero en el paleodelta de Chicontepec. Los migrantes fueron trabajadores de Pemex, de la Secretaría de Salud y del lnstituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que, entre otros, dotaron a la zona de red de servicios de salud. Estos movimientos migratorios modificaron algunos hábitos de la población.
Los indígenas jóvenes tienen mayor movilidad. Las rutas migratorias se dirigen hacia la zona cafeticultora de Huauchinango, Puebla, y Jalapa, Veracruz, hacia las zonas ganaderas de Tuxpan y Poza Rica, Veracruz, y de Tampico, Tamaulipas, hacia la zona cañera de Ciudad Mante y Xicoténcatl, Tamaulipas, y más al norte hacia la frontera con Estados Unidos.
Organización social
La familia se compone de familia nuclear y extensa. Los compadres, padrinos y ahijados de bautizo, de pepentle (limpia), de casamiento, de cruz (ceremonia mortuoria) y de graduación (de primaria, secundaria y preparatoria) son los "parientes de compromiso". Las relaciones de parentesco son esenciales en la organización de las actividades cotidianas que permiten la producción y reproducción.
Todas las localidades indígenas de la Huasteca son ejidos y la propiedad de la tierra es comunal. Estas poblaciones están divididas jurídicamente en municipios, con las subdivisiones internas correspondientes a rancherías, anexos, ejidos o comunidades. La división económica interna responde a las actividades sociales y a la división en oficios que complementan las actividades agrícolas.
La principal actividad económica es la agricultura, eje de su estructura y organización social. En el trabajo agrícola se recurre en algunos casos al apoyo comunal a "mano vuelta", en donde los participantes adquieren un compromiso recíproco de colaboración. Esta forma de colaboración se extiende a las labores de beneficio social.
Las enseñanzas escolares, los partidos políticos y las creencias religiosas católica y protestante han influido en la organización social de las localidades indígenas.
Cosmogonía y religión
La cosmogonía de los nahuas del norte de Veracruz se expresa en diferentes momentos importantes de su existencia, mediante la celebración de diferentes rituales que marcan, por ejemplo, el inicio del trabajo agrícola, el estreno de una casa, los funerales, iniciaciones, matrimonio, etcétera.
Según los nahuas de esta región, el cielo está dividido en dos mitades: una es de Dios y otra del Malo. En el cielo, Dios les reparte el trabajo; los muchachos siembran maíz, las señoras hacen la comida, cuidan a los angelitos y lavan la ropa; las viejitas cuidan los pollos, las flores y abrazan a los niños chiquitos. Los niños maman en las espinas de los árboles de ceiba que tienen forma de senos. Cuando se muere alguna persona le ponen maíz, agua y comida, porque cuando va pasando por el camino de Dios el difunto debe tirar maíz para distraer a los pájaros que lo quieren picotear.
En la otra mitad del cielo manda el Malo, y ahí llegan los difuntos que mataron o fueron asesinados, los que hacen brujerías y los que están en dos religiones. El Malo los recibe, avienta a la lumbre a las personas asesinadas y en el agua hirviendo a los asesinos y a los que hacen daño. Si los asesinados son muchachos trabajan en colocar el cercado donde viven, limpian el lugar, mantienen vivo el fuego y ponen el agua a hervir; cuidan a los animales del diablo, como lagartos y perros grandes, otros tocan el violín.
Los nahuas clasifican a los muertos por la forma en que fallecen. A los que mueren de vejez, las mujeres que mueren en el parto, los jóvenes y niños que mueren por enfermedad o brujería les hacen la misma ceremonia: bañan el cadáver, le ponen ropa nueva al cuerpo y lo acuestan frente al altar doméstico cubriéndolo con flores, le ponen ceras, veladoras y en un incensario queman copal. Las personas que van al velorio llevan flores, ceras, veladoras, maíz, frijol, chile, etcétera.
Dentro del ataúd colocan un plato, una taza, un canuto de carrizo lleno de agua de pozo y con unos xiles, monedas en una bolsita de tela y una virgen de Guadalupe para que Dios lo reciba bien en el cielo. Además, realizan una serie de rituales durante la velación y el funeral. Las mujeres preparan alimentos para los presentes, como enchiladas de ajonjolí o pollo.
Al terminar el novenario ofrecen una comida ritual. Después, la señora que lavó la ropa del difunto barre de nuevo juntando la basura con la ropa o la cobija y el petate del difunto y lo deja todo entre la maleza cerca de la casa para que se pudra. El rezandero y la lavandera cobran por sus servicios y les pagan con dinero.
Los nahuas veracruzanos consideran que el maíz está vivo igual que una persona y llora si lo maltratan. Cuando los elotes están tiernos no deben comerse con sal, porque no se da bien el mateado; también tienen la creencia de que el kukuchi (huitlacoche) sale porque defecan en la milpa.
Los nahuas realizan el tlamanes, una ceremonia para la invocación de lluvia que involucra a los miembros de una comunidad, a varias localidades o a toda una región. Cuando la temporada de secas amenaza con la pérdida de un sembrado, bañan a San Antonio y le ponen ofrenda y velas; si esto no es suficiente, piden permiso a la autoridad local para realizar una ceremonia comunal, y solicitan a otro pueblo que les preste una virgen reconocida como milagrosa, para ofrecerle una fiesta y ofrendas. Colocan a la virgen en una capilla adornada y acompañan los rezos con música de violín y ofrendas. La petición de lluvia dura 8 o 15 días, y todas las noches se presentan los campesinos ante la imagen para solicitar buena cosecha. Las ofrendas consisten en ceras, sal, maíz, frijol, nixtamal, refrescos, pan, café, piloncillo y dinero. Si hay alguna persona enferma, consigue un padrino de pepentle. Hacen mitote, bailan las viejitas, niños y señoritas. Al terminar el compromiso regresan la imagen a la localidad que la prestó y llevan las limosnas, velas y flores que sobraron. Después de esta ceremonia debe llover a los tres o cuatro días.
Fiestas
Entre sus principales festividades están las ceremonias agrícolas. La primera es la de la siembra e involucra a los dueños y a los sembradores, sean peones, o amigos y familiares que trabajan en "mano vuelta".
La segunda ceremonia importante es "darle de comer a los elotes". El dueño de la casa consigue velas de cera, pan, cerveza, aguardiente, jerez, licores, flores de cempasúchil, madera blanda para tallar flores, cohetes, copal, agua bendita, servilletas y manteles, maíz, pollos o guajolotes y todos los condimentos necesarios para la ofrenda que se colocarán frente al altar. Se invita al especialista, huehuetlaka, a músicos y un grupo de ayudantes hombres y mujeres. Al centro de la ofrenda se ponen las parejas de elotes: el maíz blanco es una niña y el amarillo es un niño, ambos se visten con adornos masculinos y femeninos y se amarran con un paliacate en parejas. En el piso, bajo el altar principal, se prenden velas de sebo.
Al terminar la ofrenda en la casa se trasladan a la milpa, donde hacen la ofrenda a la mitad del terreno. Colocan collares de cempasúchil en las matas del centro de la milpa y en cada una de las esquinas. Se ofrenda al suelo, rezan y esparcen agua bendita, después los invitados comen la ofrenda de la milpa y lo que sobra lo tiran entre las matas como ofrenda a la tierra. Regresan a la casa y llevan matas con elotes. Los músicos tocan el "mitote" y el dueño de la casa recibe del huehuetlaka la cosecha. Al finalizar la ceremonia se ofrece a los participantes comida, cerveza y aguardiente.
En la festividad de Todos Santos a los difuntos se les ponen varias ofrendas. La primera se les hace en san Miguel, el 29 de septiembre. La segunda es en san Lucas, el 18 de octubre. A los niños chiquitos se les ofrenda el 31 del mismo mes. El día de los difuntos grandes es el primero de noviembre y en el octavo día se les hace la ceremonia del chicontes. La última ofrenda es el 30 de noviembre en San Andrés.
Relaciones con otros pueblos
En el estado de Veracruz los nahuas forman parte de diferentes culturas regionales, porque están asentados en tres territorios, en los que configuran sociedades regionales específicas: al norte con los grupos huasteco, otomí, totonaco y tepehua; en el centro con los grupos zapoteco, mixteco, mazateco, popoloca de Veracruz, totonaca y chinanteco; y en el sur, con los grupos zapoteco y popoloca de Veracruz.
Los nahuas constituyen regiones lingüísticas interestatales: al norte, con los municipios fronterizos de San Luis Potosí e Hidalgo; en el centro del estado, con los del norte de Puebla; y al sur, con los municipios cercanos a la costa del Golfo de México. En los municipios de Ixhuatlán de Madero y Zontecomatlán interactúan nahuas, otomíes y tepehuas.
El comportamiento de los mestizos pobres difiere del de los ganaderos y terratenientes a causa de la diferencia de recursos económicos, pero ambos, en mayor o menor medida, han adoptado formas culturales indígenas.
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LA CULTURA DE MI COMUNIDAD
las culturas en mi comunidad son las fiestas que celebramos durante el periodo del año como por ejemplo: 

Los Reyes Magos

El pasaje del Evangelio que llegó a la Nueva España a través de los frailes españoles para la evangelización en la primera mitad del siglo XVI, que habla de que los Santos Reyes llegaron de Oriente siguiendo la estrella y como estudiosos de la ciencia llegan a Belén, donde encuentran al Niño Dios a quien le ofrecen sus regalos:

  Incienso al Dios

 Oro al Rey

 Mirra al Hombre


En México este acontecer se ha tomado para halagar a sus niños

Con maravillosa ilusión los chicos escriben su carta, en una hoja robada al cuaderno de tareas y con la plena convicción de que será leída. Al dejarla dentro de su zapato, la noche del 5 de enero, queda en ella toda la inocencia y esperanza de que son capaces. Esta fiesta tiene varios matices, es celebrada en todo el país y es una tradición que se resiste a desaparecer. El despertar de los niños del día 6 acontece más temprano que de costumbre, para encontrarse con esos juguetes creados para esta ocasión.

Esta tradición se va perdiendo en las ciudades, pero en la provincia y en los pueblos se conserva con ese espíritu de alegría y cariño por lo nuestro, y que no deberíamos dejar perder. A través de este día la fiesta tiene diferentes celebraciones, misas, peregrinaciones, danzas, etcétera; pero lo que es común a todos es la tradicional “rosca” que une a grandes y chicos con una ilusión más antes de terminar este día de sorpresas.

Foto Rosca de Reyes
Comprar, hacer y comer “rosca” es costumbre privativa del Día de Reyes; este biscocho adornado con frutas cubiertas naranjas, acitrón, xoconoxtles, higos, puede variar el tamaño según el número de comensales; pero lo más característico de este sabroso pan, es que, en su interior se esconde uno y varios muñequitos que representan al Niño Dios y que antaño fueron hechos de porcelana, pero que en la actualidad han sido sustituidos por otros de plástico.

En fin, cada persona con cierta precaución parte su pedazo que suele saborearse con una tasa de chocolate; si el comensal se encuentra el muñequito, se compromete a ser el padrino y anfitrión en la fiesta de la Candelaria.

La Candelaria

La fiesta de la Candelaria se celebra el 2 de febrero; aún queda el olor a ramas de pino ya seco. La fiesta arranca de la antigua tradición hebrea de la purificación de toda mujer después de un parto que habla de que cuarenta días después del nacimiento de un hijo, la madre iba al templo, llevando un cordero o una paloma para sacrificarlos. Una vez consumado el sacrificio, la mujer quedaba limpia de su “impureza legal”, María, como era pobre llevó dos tórtolas.


En oriente y al principio también en occidente, la conmemoración más importante era la del encuentro de Jesús con Simeón y ya desde el siglo V se tienen noticias de la celebración en Palestina de este acontecimiento por medio de una procesión con velas o candelas.

En la Nueva España se continuó la tradición y costumbres religiosas. Los misioneros del siglo XVI transplantaron las conmemoraciones, inesperados en el texto de Simeón en ese llevan la “luz para iluminar a los gentiles”.

La tradición pasó de generación en generación, y de uno a otro país; al nuestro, también, y arraigó. Se buscan padrinos que acompañen el acto de la bendición del Niño. Queda así establecido el compadrazgo, un vínculo muy respetado durante los tres años de su duración. El primer año se lleva la imagen del Niño acostado, como lógicamente debió estar en su cuna. El segundo año los dueños de la imagen llevan a un Niño sentado. Y el tercer año el Niño en el que acuden a la iglesia, está paradito, puesto que se supone que ya puede caminar e incluso correr.

Cuando en esta fiesta se concurre a la iglesia con el Niño Jesús, se llevan velas o candelas que quedan encendidas en representación de la luz de la fe, en el lugar del donante, que, aunque ausente, desea significarse en aquellas luces.

Más no acaba allí la obligación de los padrinos. El siguiente paso es “vestir al Niño”. Por estas épocas es usual encontrar en mercados, tiendecillas y en algunos establecimientos donde venden artículos religiosos singulares letreros que rezan: “Se visten Niños Dios”. Porque no cualquiera puede ataviar estas imágenes, muchas veces diminutas. Manos hábiles en la aguja y el correr del hilo, cosen y bordan primorosamente estas prendas muchas veces la especialización recae en señoritas, ya mayores, por lo que ha surgido el dicho: “ya te quedaste para vestir santos”, mismo al que la ingeniosa réplica popular contesta con otro, el también muy conocido: “es mejor vestir santos que desvestir borrachos...”


En la creencia popular lo importante de esta fiesta, es haber nombrado como padrino o madrina a la persona que el día de Reyes, dentro de su pedazo de rosca encontró el muñequito; esto además de lo ya mencionado lo compromete a dar en esta fecha la merienda que consiste por lo general entamales de dulce y chile , acompañados de champurrado. Y para apagar la sed una rica agua fresca hecha con naranjas, ciruelas pasas, cacahuates, betabel y jícama y para adornarla un poco de lechuga picada.

Con esta celebración terminan las fiestas de la Epifanía.

Semana Santa


Semana Santa o “Semana mayor” como se acostumbra nombrar, era tiempo y aún lo es para gran número de creyentes en que se descartaban paseos y fiestas, en que latía un espíritu de recogimiento, en el que no podían faltar los ejercicios espirituales o días de retiro; costumbres y prácticas que con el tiempo se han ido olvidando.

 La Semana Mayor empieza el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es una constante curiosa entremezclar lo cristiano con algunas reminiscencias de sabor pagano por ejemplo colocar palmas, una vez benditas, en puertas y cabeceras de cama, para su protección. En algunos lugares se acostumbra intercalar ramos de romero, que, según se dice, alejan las tempestades.

El jueves Santo, día que se celebra la institución de la Sagrada Eucaristía durante el acto conocido como la “Ultima Cena”.

Viernes Santo, día de luto. Durante todo el día en los templos, los fieles rezan y todas las imágenes se han retirado del altar o han sido cubiertas, quedando exclusivamente la “Virgen”, a la que la gente acompaña en su dolor.

Las diversas procesiones que en este día se siguen verificando en distintos lugares del país, poseen una innegable reminiscencia de los pasos andaluces, al llevar en andas grandes esculturas que representan la crucifixión de Cristo con la cruz a cuestas y de su Madre en su advocación de la Virgen de la Soledad. IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM (INRI).

Antes, el Sábado Santo los festejos populares terminaban, alegres y estruendosos, con la guerra de los judas.

Durante todo el día, los vendedores ambulantes pregonaban su mercancía de figuras, un tanto surrealistas, de cartón pintando y provistas de hileras de cohetes que a veces se alternaban con golosinas y cigarros que se salían disparados por los aires, ocasionando que los espectadores se lanzaran a su captura.

Los grandes almacenes quemaban judas frente a sus establecimientos. Son pocos, actualmente, los que siguen esta costumbre, y el vendedor de judas es una figura popular más, que se va extinguiendo.

La culminación de la Semana Santa es el Domingo de Resurrección. Sonidos de campanas anuncian la fiesta más grande de la Iglesia: La Resurrección del Señor.

La Santa Cruz

El tres de mayo es la fiesta de la Santa Cruz; celebración antiquísima que tiene sus raíces en el hallazgo del madero en que muriera Cristo y que se según la historia ocurrió en el siglo Cuarto de nuestra Era.

La fiesta de la Santa cruz tiene mucho arraigo en todo México. En ocasiones podrán no vivirse algunas festividades, pero ésta, “llueva o truene” no deja de llevarse a cabo. En los altos edificios o en las más modestas construcciones, siempre en ese día se pueden observar todos aquellos preparativos que culminarán en la gran fiesta de la construcción.


Ingenieros, arquitectos, maestros de obra, peones “chalanes” y todos los que intervienen en esas obras hay fiesta. Al parecer, el festejo de la cuchara y la mezcla, se inicia desde los albores de la Colonia, en tiempos de fray Pedro de Gante. Había en la Nueva España y en lo que constituye el Centro Histórico de la Ciudad de México, una serie de iglesias y capillas dedicadas a la Santa Cruz, en el ámbito de lo que fueran Barrios muy populares.

Es pues fácil derivar de aquí la idea de que los abundantes albañiles o “trabajadores de obrajes” de la época, veneran con especial devoción a la Santa Cruz, ya que incluso algunos pertenecían a una cofradía que llevaba su nombre. Lo cierto es que el tres de mayo, los obreros de la construcción “tiran la casa por la ventana”. Actualmente casi se ha perdido todo vestigio religioso, restando el predominio de un festejo paganizado. De cualquier manera, es un hecho que los albañiles, en ese día lucen sus mejores galas.

Son ellos mismos los encargados de preparar la tradicional barbacoa. Para tal efecto, uno se encarga de comprar el borrego, y otros, de prepararla, mientras se cuece los animados albañiles instalan una improvisada mesa a base de tablones de cimbra. No falta un buen mantel que da realce a los folklóricos platillos que ahí se van a servir. En muchos lugares aún sale a relucir el “pulque” y los curados de frutas. Hoy, la mayor parte de los veces, el pulque se ve suplido por cerveza. Ambas bebidas, son las culpables de que la asistencia al trabajo del día siguiente se vea diezmado, ya que todos acaban bastante “alegres”.

En la mesa se pasan de lado a lado, los platos hondos de barro con salsa borracha, muy bien hecha con su chile tostado y molido, más sus ajitos, un buen chorro de pulque, cebolla picadita y queso rallado. Sobre la mesa, alteros de tortillas recién hechas y envueltas en servilletas. Al centro, una enorme cazuela de arroz.

No tardan en llegar los músicos y la animación llega al clímax. Al anochecer, los compadres se acompañan muy abrazados al hogar respectivo. Unos cuantos prefieren pasar la noche en la obra, haciéndole compañía al velador.




Entre los múltiples vendedores ambulantes, destacan los de los puestos de mulitas, las hay de todos tamaños, la mayor parte con sus cuerpos y patas de carrizo; pero también hay mulitas de barro y de vidrio, con huacales rebosantes de estilizadas frutas. Son particularmente populares las mulitas miniatura, prodigio de curiosidad y paciencia, montadas sobre un alfiler. ¿Y cuál es el origen de estas simpáticas mulitas? Tal vez arranque del recuerdo de las jornadas de los arrieros, que transitaban con sus recuas por toda la República, llevando las más diferentes cargas en calidad de primicias, para entregar a sus parroquia; depositaban allí los costales de maíz o de chiles, o quizás algún rosado lechoncito. Y una vez cumplido su compromiso, recibían una especial bendición para sus futuras cosechas.

La Independencia


Forjar una nación no es pequeña ni corta empresa, requiere tiempo, suele cobrar pagos de dolor y sangre, pero al final va logrando su evolución y desarrollo. Septiembre es un mes que recuerda hombres y fechas, acciones e ideas que abrieron brecha al paso de nuestra nacionalidad e independencia. La historia, encierra episodios que nunca serán borrados.

Como parte del folklore nacional, en todo el territorio brotan las bengalas que con sus brillos iluminan alegres el cielo que envuelve a una de nuestras más importantes fiestas patrias. Brillantes chispas van cayendo a lo largo de este simbólico mes, que encienden con festejos pueblos y ciudades en todas sus calles principales, las cuales se engalanan con banderas, cadenas de papel o hileras de focos tricolores. Cuando es posible, los artesanos electricistas realizan, representando sobre fachadas de edificios públicos, símbolos patrios o incluso las propias figuras de los héroes nacionales.

La noche del 15, en zócalos y plazas de toda la ciudad, se forma un conglomerado lleno de animación, que toca cornetas de cartón, lanza serpentinas, confeti y luce exagerados sombreros de palma, rebozos y jorongos. Esta es una fiesta netamente popular para festejar “el Grito de Independencia”.

En la capital, la gran reunión se celebra en la Plaza de la Constitución a las once en punto de la noche se abre el balcón principal de Palacio Nacional, aparece el Presidente de la República, pronuncia las tradicionales y conmemorativas frases, inicia diciendo: “¡Mexicanos...!, y al final toca la histórica campanada, como lo hiciera el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, en el pueblo de Dolores.

Acto seguido, comienza el rugido de la multitud, que clama a México, para luego, como un gigantesco coro se entona el himno nacional. A las voces se suma el repique a vuelo de las campanas de la catedral, el estallido de los cohetes, y el silbido de los castillos, toritos y toda clase de luces artificiales que inundan el cielo de la noche.

En la verbena popular no pueden faltar los clásicos puestos de antojitos: allí están los humeantes botes de elotes cocidos y tamales; los comales donde se fríen quesadillas, sopes y enchiladas; destacan en el menú, los imprescindibles chiles en nogada, con su típico aderezo tricolor del verde perejil, la blanca crema de nuez que los recubre, y los rojos granos de la granada.

Al clarear el nuevo día comienzan a distinguirse las siluetas de los barrenderos que tienen más trabajo que nunca, recogiendo de las calles los innumerables restos que fue dejando a su paso el regocijo popular. La multitud vuelve a reunirse, esta vez esparcida a los lados de las calles por donde va a pasar el “desfile militar”.

Se van sucediendo en interminable procesión, los destacamentos armados, la caballería, los tanques, los aviones de la fuerza aérea rasgando los aires, los marinos de vistosos uniformes, los cadetes del Colegio Militar y el heroico cuerpo de bomberos que siempre levanta a su paso entusiastas aplausos. Y mientras la gente disfruta el desfile, se ondean miles de banderitas y rehiletes

La parada militar empieza en el zócalo, frente a Palacio, desde donde lo contempla el Presidente de la República acompañado por los Secretarios de Estado y el Cuerpo Diplomático.

Lo último que queda en la retina del espectador de este festejo del 16 de septiembre, es la imagen de los charros que cierran el desfile, engalanados en su lucida vestimenta de botonadura de plata y sus hermosas sillas de cuero bordados en pita.

Día de Muertos

Luto y alegría, tragedia y diversión, sentimientos del mexicano que tiene miedo a morir, pero que a diferencia de otros pueblos, los refleja burlándose jugando y conviviendo con la muerte lo que ha dado lugar a diversas manifestaciones de arte, sin freno a la imaginación.

Los geniales grabados del maestro José Guadalupe Posada, que “reanima” a la muerte interpretando los sentimientos populares y convirtiendo en “calavera” lo mismo al presidente que al torero.

Año con año se acostumbra las también llamadas calaveras, versos en los que se ridiculiza a cualquier personaje vivo, de la política, de la ciencia o de las artes. La muerte es también tema de inspiración de canciones populares.

Esta fiesta en todas sus manifestaciones es más pagana que cristiana. El día 2 de noviembre es dedicado a los fieles difuntos por la Iglesia Católica y siendo los mexicanos casi en su totalidad creyentes, empiezan este día rezando por sus difuntos y acaban por brindar a su ¡salud!


Haciendo un poco de historia encontramos que se rinde culto a los muertos desde la época prehispánica; así vemos las ofrendas dejadas junto al difunto con todo lo que pudiera serle útil en su viaje para llegar al mundo de los muertos. Actualmente, as ofrendas son un rito respetuoso que se prepara para recordar a los que se han ido y que, según la creencia, regresan este día para gozar lo que en vida más disfrutaban, así, sobre una mesa se disponen platillos tradicionales: mole verde y rojo, calabaza en tacha, tamales, aguas frescas, todo esto lo adornan “calaveritas” de azúcar que llevan en su frente nuestros nombres.

Un papel muy importante en las ofrendas es el “pan de muertos”, que es un bizcocho adornado con formas de huesos hechos de la misma masa y espolvoreado con azúcar; resulta usual encontrarlos todo el mes de noviembre en las panaderías, las que por cierto están adornadas en estos días con pinturas efímeras en sus vidrieras y aparadores, otra expresión que no pasa inadvertida.

También el campo rinde culto a la muerte, pues en él se han sembrado multitud de semillas de flor de cempasúchil que florean para adornar las ofrendas; estas flores en jarros y floreros son imprescindibles y representativas de esta fecha.

No faltan los cirios encendidos en recuerdo de los ausentes y el copal quemándose en los sahumadores; esto es tan importante por la creencia de que son los aromas los que atraen el alma que vaga. La visita a los cementerios se hace una obligación. Toda la familia llega a la tumba de su ser querido, la llenan de flores y juntos comparten “su día de fiesta”.

La Virgen de Guadalupe


Es indiscutible que una de las más grandes fiestas celebradas en México es el día de la Virgen de Guadalupe . Se trata de una Virgen morena que en 1531 se aparece en el cerro del Tepeyac a un sencillo indito, Juan Diego, el más humilde de sus hijos, para convertirse en la Madre de una nueva raza: “los mexicanos”,

Desde el momento en que deja su imagen estampada en la burda tilma de ixtle, la fe y devoción por la Guadalupana se ha mantenido por casi 450 años. Ella y sólo Ella, logra acoger con absoluta “igualdad” a pobres y ricos, niños y ancianos, enfermos y sanos, todos van a postrarse ante sus pies el 12 de diciembre.

Por difíciles que hayan sido las épocas en México, nunca se ha cerrado su culto. Ella sirvió como estandarte al cura Hidalgo en los inicios de la Independencia. Ella, unifica criterios, es el punto básico de unión entre los mexicanos. Para honrarla y agradecerle los favores recibidos se hacen innumerables visitas a la “Villa”.

Todos los años desde los puntos más lejanos del país se organizan peregrinaciones; son interminables filas de personas que por carretera vienen caminando para ver a la “Virgencita”, a pagar una manda ofrecida, a entregarle sus tributos, a presentarle al más pequeño de la familia….

Ver llegar a esos miles de peregrinos, sangrantes los unos, agotados los más, pero henchidos por el más profundo amor, es conocer a un pueblo que se entrega sin medida y espontáneamente a esta devoción.

En su honor se han hecho y se hacen las más bellas reproducciones; pintores famosos, como gente del pueblo, crean esculturas y cuadros hechos con infinidad de materiales como tributo de su devoción.

Algo que se ha convertido como obligado de la visita a la Villa de Guadalupe es disfrutar de los antojitos que se venden en los puestos, tomarse una fotografía, averiguar la suerte con los “pajaritos” que sacan el papel de una caja y comprar estampas y novenas.

La Navidad


Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino… Cántico que se empieza a oír por todos los rumbos y que nos despierta el sentido que algo importante va a suceder. Para los que nacimos en México sabemos que han comenzado las posadas que son la preparación para celebrar la Navidad. ¿Qué aspectos emergen de nuestra nacionalidad mestiza para prepararnos para la Navidad?

Posadas, pastorelas, villancicos, nacimientos, piñatas y flores de nochebuena, son aportaciones tan nuestras que ya hemos querido olvidar sus orígenes. Aquel teatro medieval donde nació la pastorela como representación popular lo tenemos aquí y ahora en nuestras plazas, con el diablo picaresco que sopla malas palabras a esos inocentes pastorcillos que cantando villancicos van anunciando la gloria del Nacimiento del Niño Dios.

Pero quizá lo que más nos atrae es la posada; es decir, llevar a los peregrinos recorriendo el patio de la vecindad entre súplicas y negativas coreadas por esos versos aprendidos desde siempre: En el nombre del Cielo, os pido posada, pues no puede andar, mi Esposa amada….

Después llega el momento de romper la piñata y se ha tendido la reata, a todo lo ancho del patio o la calle que sabe que su fin se acerca, pues fue creada para desaparecer. Entre bamboleos, jalones y tirones es apaleada por algún niño a ciegas, en ésta su efímera vida.

Según relataba Fray Juan de Grijalva, la olla revestida vistosamente representa a Satanás o al espíritu del mal que con su apariencia atrae a la humanidad. La colación encierra, los placeres desconocidos que ofrece el hombre para atraerlo a su reino. La persona vendada, representa a la fe que se encargará de destruir al espíritu maligno; cuando por fin llega el certero golpe, hay una explosión de júbilo por haber vencido. Todos quieren algo del premio, es decir, la fruta de la estación con la que estaba rellena que resulta ser el logro de una gran aventura.


Truenan cohetes, suenan silbatos y se encienden luces de Bengala semejantes a mil estrellas en las frías noches de invierno. Entonces se reparten jarritos con humeante ponche de tejocotes y cañas, sin olvidar repartir los “aguinaldos” canastitas de palma tejida llenas de colaciones; confites que sólo encontramos durante esta temporada.

Pero donde el arte popular acude como en tropel es en la creación de magníficos nacimientos. Durante la Colonia “el misterio”, es decir, las imágenes de Jesús, María y José eran esculturas europeas, privativas de iglesia y conventos. La gente quiso llevar a su casa las imágenes que representaban el Nacimiento, y desde entonces recurren a materiales nativos, barro, palma, cera, etc., para modelar a sus peregrinos, imprimiendo en ellos su propia identidad.

Y llega el 24 de diciembre, es decir, Nochebuena o vigilia de Navidad, motivo de unión para compartir al “buena nueva”; a las 12 de la noche se celebra en todas las Iglesias la Misa de Gallo. Terminando así una más de nuestras fiestas con la consabida frase por todos lados escuchada: ¡Feliz Navidad!
esto es lo que se celebra en mi comunidad
y la religion en la que me apego mas es la iglesia catolica porque me llama la atencion como hablan de la palabra de dios